jueves, 11 de septiembre de 2008

CUANDO LA CABEZA Y EL CORAZON SE UNEN POR LOS OJOS


HENRI CARTIER-BRESSON

Cuando la cabeza y el corazón se unen por los ojos.



“Para mí, la fotografía es situar la cabeza, el corazón y los ojos en la misma línea visual. Es un estilo de vida”. Así definía Henri Cartier-Bresson su arte. Otra de las frases que se atribuyen al genial fotógrafo es una pregunta, esta vez repetida hasta la saciedad: “¿De qué se trata?” Y es precisamente esta pregunta la que me hago: ¿De quién se trata? ¿Quién era Cartier-Bresson? ¿Por qué era Cartier-Bresson?


Una mirada retrospectiva incluye las grandes obras clásicas del fotógrafo, material inédito, recuerdos de su infancia y adolescencia, de la guerra y de su familia, sus mejores dibujos y los retratos realizados por sus correligionarios.


“Puestas una al lado de otra, las imágenes de Cartier-Bresson componen el álbum de su siglo XX. Este, a menudo, se convierte en el nuestro, porque ponemos nuestros ojos dentro de los suyos”, explica Jean-Nöel Jeanneney, Presidente de la Biblioteca Nacional de Francia, y, en efecto, está en lo cierto. Cartier-Bresson no es un autor para los amantes de la fotografía sino, sencillamente, para quienes se atrevan a adueñarse de su propia historia. Para quienes, como Bresson, no tengan miedo de mirar a través de la razón fría, mezcla de cabeza y corazón, de la que el genio de la cámara hizo su causa.


Decenas de miles de imágenes del mundo recogidas por el objetivo de Bresson convierten el azar de sus movimientos por el globo en una línea de sentido coherente donde poco importan las imágenes y mucho las fotografías, es decir, la interpretación de los acontecimientos que convulsionaron el siglo XX, la mirada sobre los últimos clásicos (Truman Capote, William Faulkner, Henri Matisse, Coco Chanel, Pablo Picasso, entre otros) y sobre tantos otros protagonistas anónimos cuya psicología e individualidad se hubiera perdido sin el rigor y la precisión de su mirada.


Los últimos momentos de la India británica, la China que iba dejando de respirar antes de Mao, la inmensidad petrificada de la Rusia soviética, los obreros de París, y también México, España, Italia, la metamorfosis de Nueva York…


“Es bastante excepcional que, tan a menudo, hubiera estado en el lugar en el momento adecuado”, comenta Peter Galassi, Conservador jefe del museo de fotografía de arte moderno de Nueva York, y añade: “Pero más excepcional todavía es cómo aprovechó esa circunstancia. Fotografiar el acontecimiento, estar allí, constituye nueve décimas partes de la hazaña. Pero fotografiar la historia tal como se vive en la calle es, una vez más, otra cosa.”


En efecto, Henri Cartier-Bresson es, sin duda, otra cosa. Su fotografía nace a la vez que la instantánea, de la mano, pues, del fin de la pose. Y, consciente de ello, Bresson elaboró una suerte de dogma, el del “instante decisivo” que permite sorprender a la vida “en flagrante delito”. Y, efectivamente, hay que conocer a Bresson para entender que la vida es una delincuente: pícara, injusta, lista, hambrienta…


Descubrir de quién se trata Henri Cartier-Bresson es un viaje del que nadie puede salir indiferente.

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